Pese a que se trata de un organismo aparentemente autónomo, la integración del nuevo Consejo Directivo del Sistema de Agua Potable dependió más de la injerencia política del ex alcalde Juan Antonio Morales Maciel que del análisis minucioso de los perfiles profesionales de cada una de las ocho personas que el alcalde Carlos García Villaseñor eligió (y que su padrino Ricardo García Oseguera validó) para integrar el órgano rector.
De los ocho perfiles que integran el Consejo, ninguno tiene experiencia previa en organismos de esta acuosa naturaleza ni en asuntos relacionados con distribución, uso y reutilizamiento de agua potable.
El consejero Ángel Dimas Ibarra emanó del sindicalismo “charro” del PRI. El sindicalista carece de dotación experiencial en esas cosas del agua y del drenaje, pero allí está.
Ramiro López Ascencio, de vena eminentemente macielista, proviene del rubro del transporte y laboró durante un cuarto de siglo en la empresa automotriz General Motors. Tal vez sea el de mayor bagaje más o menos emparentado con el agua, sin embargo, nunca antes había pasado por un encargo de este tipo.
César “Chícharo” Arreguín viene del ramo hotelero y del coleccionismo aéreo, pero de agua quién sabe si sepa algo.
Jesús Ismael Castillo González, otro macielista de corazón, laboró en el rubro educativo como prefecto y no tiene credenciales en materia hidráulica.
Juan Carlos Gutiérrez Luna, experto en contabilidad fiscal y obligaciones tributarias, tampoco ha incursionado en los asuntos del agua para consumo humano.
Y la única mujer del Consejo, un consejo ‘ultramachista’, estuvo en la Cruz Roja. Liliana Rodríguez Pérez, cuota política del regidor priista Cruz Rangel, igualmente está en blanco sobre tanques, tuberías y pozos.
De Manuel Ramírez Domínguez y Martín Antonio Cruz nada se sabe, sus nombres jamás habían sonado en el servicio público. Prácticamente, diríase que son novatos en el ejercicio gubernamental.
Más allá de ostentar expertiz en temas hídricos, la única consejera y los siete consejeros varones del Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de Silao (SAPAS) cargan sobre su espalda una pesada losa institucional, pues deberán desinfectar y vitaminizar el organigrama de este organismo para —ahora sí— llevarlo a un nivel decoroso, luego de las “mafias hídricas” que generaron tanto la priista Marisa Bravo como la pripanista Ivonne Solís Constantino.
Al SAPAS deben meterse en serio —y a profundidad— para limpiarlo de actos irregulares, como esa serie de condonaciones injustificadas que Solís Constantino otorgó a diestra y siniestra para exonerar de obligaciones al clero y a empresarios como el ya extinto irapuatense del ramo inmobiliario, Felipe Tomé Velázquez, mediáticamente conocido como “Lord Amparos”.
El SAPAS ya no está para ser la “caja chica” ni el “chatarrero” de la Administración Municipal o de los grupos que se disputan el control. El SAPAS, tal y como lo planteó Ramiro López Ascencio, debe recuperar su rostro social, la cercanía que se perdió desde hace más de seis años para convertirse en claustro infranqueable y oscuro.
El nivel de preparación o la experiencia en cuestiones gubernamentales se va diluyendo ante la condescendencia del alcalde Carlos García, quien emigró del PAN a MORENA en un acto que no pareciera infidelidad política, sino parte de un acuerdo para retirar a grupos incómodos del panismo mientras un partido alterno se hace cargo del Gobierno local, sin perfiles idóneos ni plan maestro (y sin morenistas, pues de sobra se sabe que hay más ex panistas que cualquier otra cosa). Carlos García, quien fuera el coordinador de la campaña electoral del panista Juan Roberto Tovar en el 2009, parece más un instrumento del PAN-Yunque que un gobernante morenista con ganas de hacer verdaderos (y trascendentales) cambios en la manera de ejercer el cargo de Presidente Municipal. Por ejemplo, allí está el tesorero municipal, Mauricio Verver, la “mano financiera” desactualizada y reiteradamente golpeteada por el mismo Secretario de Ayuntamiento, otro ex panista que fue candidato del PRI a la Alcaldía y ahora aspira a ser el abanderado local de MORENA en el proceso que se avecina.
Silao ya no está para ser el laboratorio político ni el “conejillo de Indias” del estado, Silao ya no está para permitir la llegada de burócratas de paso sin experiencia ni preparación comprobable. Pero, así como lo diría Cantinflas, “a’í está el detalle, Chato”.