Si un gobernante no sabe qué va a “vender” como su principal atributo o qué huella quiere dejar en la conversación pública, mejor sería que se retire.

A pesar de que ya tiene bastante kilometraje político, a Carlos García le cuesta mucho trabajo entender el modo 3.0 de un Alcalde.

Y simple y sencillamente no lo entiende ni le interesa entenderlo, porque es un enviado del Yunque para evitar la incubación del movimiento MORENA en el Bajío. «El que obedece, no se equivoca».

Carlos García no es morenista ni obradorista, sino todo lo contrario.

Carlos García no es morenista ni obradorista, sino todo lo contrario. No es izquerdista ni proviene de movimientos huelguistas u obreros. No es zapatista (en el sentido rebelde del término) ni marxista (en el sentido antisistema del término). Es egresado del Tec de Monterrey, proviene de la extrema derecha y no ha dado muestra de comulgar con la izquierda.

Curiosamente, Carlos García logró vencer al candidato juvenil del PAN con un arranque flojo y tardío, logró ganar cuando nadie esperaba que ganaría.

Tal vez lo ayudó el hiper-radicalismo (eso de sacar a los delincuentes de la Presidencia) o esa peripecia ocurrida en la colonia Peñitas a mitad de la campaña electoral (el joven que retó al candidato panista e insultó a Pita Corral). Tal vez haya sido el hartazgo social tras dos flojos trienios panistas o tal vez haya sido la cascada de becas obradoristas lo que propició el imprevisible triunfo de García.

La historia de las elecciones equivale a la historia de dos clases de electores: los que quieren que las cosas cambien y los que quieren que las cosas sigan igual.

Acompañado por decenas de ex panistas, como Mario López Remus, David Ramos, Martín Aguilar o Mario Delgado, Carlos García no representaba la posibilidad de un cambio, sino el mantenimiento del status quo, pero utilizando el disfraz guinda de MORENA.

Aunque se ponga chalecos del color del Gobierno de la República, García piensa y actúa como panista. No se ha podido olvidarse ni despojarse de su mística de monaguillo blanquiazul. Hizo equipo con una media centena de ex panistas que nunca dieron el ancho en su partido original.

Los verdaderos morenistas se dieron cuenta demasiado tarde.
No ganó MORENA.
Ganó el ala ultraconservadora del PAN con el disfraz que MORENA le prestó a Carlos García.
El “panismomorenista” gobierna en Silao.

Carlos García le debe subordinación a dos poderes de facto: el empresariado y la ultraderecha.

El yunquismo ya no sólo está en el PAN. Ha podido infectar a otras fuerzas políticas en el estado e incluso ha hecho migas con lo poco que aún queda de otros movimientos ideológicos, como la masonería superficial.

En septiembre de 2021, López Obrador invitó a los yunquistas a salir del clóset, a quitarse las máscaras. Pero en Silao, donde los liberales derrotaron a los conservadores, el primer Gobierno local de MORENA aún tiene riendas (y venas) yunquistas.