Carlos García sabe que su tiempo se acabó y que sus promesas incumplidas lo fueron hundiendo.
No hubo teleférico.
No hubo malecón del río Silao.
Nunca se solucionó el grave problema de salud pública que representa la acumulación de basura en las banquetas y los camellones.
Nunca sancionó a la bola de acosadores de su gabinete.
Nunca desmintió la versión de los más de 4 millones de pesos desviados hacia una cuenta en Estados Unidos para financiar la construcción de un campo de golf en Chichimequillas.
Nunca se redujo el sueldo y sigue ganando más de 130 mil pesos al mes.
Nunca sacó a las ratas de la Presidencia Municipal.
Nunca aclaró cuánto dinero se gastó en la organización de las dos últimas ediciones de la Feria de Silao.
Nunca explicó por qué decidió retirar a su primer secretario de Ayuntamiento, Rogelio Santoyo, quien se atrevió a destapar la cloaca.
Le mintió a la cúpula de MORENA. Nunca trabajó para morenizar Silao, sino para volverlo a empanizar.
Nunca gobernó. Nunca rindió cuentas.
Nunca hizo lo que tenía que hacer.
Nunca vivió en Silao.
Carlos García está listo para irse.
Silao nunca evolucionó.
Aunque sigue pensando en cuál de sus pocos colaboradores leales puede ser el Alcalde interino mientras él se va a protagonizar su mejor obra de teatro (simular que contiende por la reelección), Carlos García será el mejor promotor del voto panista porque nunca cumplió y porque nunca cambió de color. Nunca dejó de ser el gran simulador.
Por eso —y por toda la basura en las calles—, Silao no evolucionó.