Desde el momento mismo de su segunda victoria consecutiva, Alejandro Navarro se convirtió en una carta fuerte para evitar el deterioro del PAN en el estado y reposicionarlo con un vigoroso envión ante los ojos de las y los primovotantes, ante la comunidad LGBTIQ+, ante las juventudes de los barrios típicos y ante las franjas que padecían omisión u olvido al margen del glamour turístico de Guanajuato Capital.

Navarro hizo lo que sus antecesores nunca hicieron y, sin aburguesarse, volteó a ver a esas franjas invisibilizadas de la población capitalina, generando nuevos climas de conversación pública y novedosas formas de entablar diálogo con las nuevas camadas de guanajuatenses, con los estratos antes ignorados e incluso con las banderas que su partido nunca quiso izar. Alejandro, de procedencia microemprendedora, emprendió un trayecto que implicaba altos grados de controversia y desgaste, sin embargo, corrió el riesgo que muy pocos se atreven a correr.

Con un estilo fresco, Navarro generó nuevos climas de conversación pública y novedosas formas de entablar diálogo con las nuevas camadas de guanajuatenses.

Junto con el gobernador Diego Sinhue y la alcaldesa leonesa Alejandra Gutiérrez, el ya dos veces Alcalde de Guanajuato Capital representa uno de los activos más rentables del momento, no sólo del panismo, sino para otras opciones políticas cuyos atributos coinciden, en suma, con los del navarrismo. Hoy, a casi cinco años de su odisea política como Alcalde puntero, Navarro ya logró estar a la misma altura de lumbreras mediáticas como Samuel García, Donaldo Colosio júnior o el mismísimo Arturo Montiel (ex gobernador mexiquense aún vigente en el imaginario colectivo).

¿Navarro podrá pintar de naranja al estado o conservará la llamada ‘joya de la corona’ del panismo con un aliado naranja?

Navarro entiende bien que político inmóvil u oculto va perdiendo puntos y entiende bien que gran parte del éxito de una fórmula comunicacional ya no depende tanto del asesorismo, sino de la propia voluntad del actor político, principal vehículo de comunicación. El Alcalde panista de la Capital Cervantina de América decidió hacerle un exorcismo al excesivo conservadurismo que mantenía petrificado al Gobierno Municipal, eliminó ritos burgueses y se deshizo de lo cuadrado, solemne y soporífero. En vez de presidir eventos aburridos a los que sólo la burocracia asiste, bailó cumbia sonidera, se echó un tamal, cantó corridos alterados y empezó a visitar municipios alejados de la visión centralista del estado. En vez de usar traje todos los días, se puso jersey beisbolero, montó a caballo, se metió a las zanjas, hizo ‘Descuelgues’ con la Policía Municipal, afrontó al poder federal, creó una alianza de ciudades capital y trabó amistad con Santa Fe Klan, entre otras tantas peripecias que lo diferencian del montón. Así se vive a lo Navarro, así se avanza hacia la candidatura del PAN (o cualquier otro partido) a la Gubernatura.

Después de aventarse el reto de instalar un gigantesco artefacto giratorio en la Plaza de la Paz y acrecentar la fama turística de Guanajuato a base de una idea galáctica, Movimiento Ciudadano, una franquicia que crece por su agenda open mind, tendió de nuevo esa invitación/tentación que puede hacer de Navarro una bisagra para unir a dos o más partidos en el 2024. ¿Navarro podrá pintar de naranja al estado o conservará la llamada ‘joya de la corona’ del panismo con un aliado naranja?, ¿su visita a Nuevo León, bastión naranja, selló la alianza entre PAN y MC?

Entre todas sus recetas, ¿sabrá Navarro hacer pan de naranja o cambiará su pan por la naranja? Muy temprano aún para descifrarlo, pero ya muy tarde para no haberlo avizorado.