En sus primeros 142 días, el ex panista Carlos García no tiene resultados para presumir ni para cacarear. Las polémicas en cuanto a promesas incumplidas ya lo sepultaron. Bien dicen por allí que si no tienes una marca política, la oposición se encargará de crear una por ti. Y le han hecho un buen traje. Es un Alcalde aburrido, desfasado, sin narrativa definida y sin sello propio.

Su gabinete se fragmenta entre novatos, primerizas, inexpertos, amistades de la época preparatoriana, recomendaciones de Ricardo García Oseguera, precoces aspirantes y ex panistas que antes se la pasaban despotricando contra López Obrador. Esa ensalada entre lo indeseable y lo inconveniente ya le provocó tumores a su Administración y ronchas a su proyecto de supuesta continuidad. Ni una cosa ni la otra: Carlos García ya se atoró entre su mística panista-empresarial arcaica y su disfraz de morenista irredento.

Ni reelección ni reacomodo. Carlos García hace bien su papel como esbirro del Yunque y, específicamente, del gobernador Diego Sinhue. Para las y los obradoristas de corazón, se trata de un panista de clóset, de un monaguillo del PAN-Yunque que simuló ser admirador de Obrador. Es un residuo de la ola Fox. Es el líder del llamado “morenismo panista” de Silao, es decir, de un partido aparentemente izquierdista con muchísimos lunares azules y extremadamente conservadores.

Carlos García no se puede desprender de su mística panista-empresarial arcaica. Es un residuo de la ola Fox. Es el líder del llamado “morenismo panista” de Silao.

Dentro del Ayuntamiento, sólo tiene morenistas-porristas que no intervienen cuando la oposición lanza críticas y latigazos, morenistas sin peso político que más bien parecen maniquíes. Por ejemplo, dejaron que la imprevista acusación contra el actual tesorero, Mauricio Verver, se hiciera madura y se diera la primera posibilidad de reajustar el staff municipal. Tampoco se dieron cuenta de que el titular de Seguridad Ciudadana, Felipe Hernández, cojeaba en eso del riguroso examen de control de confianza.

Si la Administración de Toño Trejo devaluó cargos con perfiles de medio pelo para abajo, Carlos García dijo “quítate que aí te voy” y empezó a rellenar el gabinete con perfiles del más bajo nivel profesional, basándose en “puro tanteo” y el clásico “aí se va”.

No pudo arrancar el teleférico en febrero ni lo hará en marzo ni en abril. No hay trámites ni registros sobre dicha obra de transporte turístico, más fantasiosa que viable y sin el aval de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. Dentro de propio círculo cero de Carlos García se comenta que ese teleférico se le ocurrió a su proyectista de cabecera, Jorge Castro, quien presume ser “dedo chiquito” del conglomerado Grupo México.

El secretario de Ayuntamiento, Rogelio Santoyo, brilla por su incapacidad para cabildear y esa obsesiva fijación en la candidatura 2024 de MORENA a la Presidencia Municipal lo vuelve romántico y tóxico a la vez. Santoyo huele a candidato, quiere ser el próximo Alcalde y no lo puede disimular. Como diría el Divo de Juárez, lo que se ve no se pregunta.

Carlos García pecó de orgulloso y no piensa electoralmente. La diferencia numérica entre el “morenismo panista” y el PAN no rebasó los 500 votos y la votación que obtuvo Carlos García se puede volatilizar fácilmente por las mismas razones y circunstancias que eclipsaron y liquidaron a su rival, Alejandro Peña Gallo, en la contienda electoral del nebuloso 2021.

Eso de imitar el modelo de la cada vez más aburrida “mañanera” como técnica expositiva tiende más a la confusión. Es una manifestación de la posverdad y del pésimo (y gris) manejo de la comunicación institucional. Como candidato emocionó al electorado con promesas falsas y como gobernante no sabe —ni lo ayudan a— colocar mensajes. En cada rueda de lunes, Carlos García exhibe la desnutrición cognitiva de quienes se supone que encabezan las áreas más importantes de la Administración. No tiene un Gobierno sustentable en opinión pública y eso se verá reflejado en las urnas.

En su área de Seguridad, aceptó el perfil que propuso el regidor Juan Arturo Hinojosa, mejor conocido como “Johnny Valdovino”. Felipe Hernández Chávez, quien fuera director de Seguridad Pública en el último tramo del trienio del panista Jorge Galván (2006-2009), no aprobó el examen de control de confianza y eso lo confirmó la mismísima Secretaría de Seguridad Pública del Estado. Hernández Chávez debe ser removido, según la misma advertencia de la dependencia estatal. Mientras tanto, la fase de miel de Carlos García ya concluyó y viene la primera evaluación ciudadana sin pasiones postelectorales.

Carlos García se estampa contra la pared.
No tuvo buena apertura comunicacional.
No sabe cómo quiere ser recordado.
No ha checado para qué le alcanza.
No tiene sello propio.
No puede organizar un equipo de trabajo.

Y sobrevivir a la primera marejada será tarea harto difícil.