El conjunto de piezas representativas del Torito, danza de origen eminentemente silaoense, es un regalo que el artesano José Antonio Ibarra Juárez hizo al pueblo japonés. Son 9 personajes hechos en patol, un tipo de madera muy resistente y manejable que se obtiene del arbolito del “frijolito rojo”.
En Hiroshima, ciudad bombardeada el 6 de agosto de 1945 por el ejército estadounidense, se quedó ese pedazo artesanal del corazón de Silao. Ibarra, tal como lo conocen en el circuito artesanal del estado, elaboró a pequeña escala los 9 personajes de la tradicional danza Torito, cuyos orígenes se remontan a la época colonial: La Mulita, El Caballito, La Maringuía, La Borracha, El Viejito o Ermitaño, El Moco y El Diablo, junto con El Toro y La Muerte.
“Llevó 5 años dedicado a la artesanía en patol y fibra de vidrio; he podido exponer en varias partes del país, pero uno de mis máximos logros es saber que una de mis piezas llegó hasta Japón”, expresó el hábil artesano silaoense, quien además se describe a sí mismo como un férreo defensor del Torito.
Gracias al apoyo de la Secretaría de Turismo del Estado, la danza del Torito representó a Silao en el país asiático hace un par de años, en el Festival de las Flores que se celebró allá mediante la hermandad entre la Prefectura de Hiroshima y el Gobierno del Estado de Guanajuato.
“Se siente un gran orgullo saber que una parte de Silao llegó tan lejos”, reiteró Ibarra, quien desciende de una familia consagrada a la defensa de esta popular danza.
De acuerdo con el libro “La danza del Torito de Silao. Historia y significado” [2002], del historiador silaoense José Luis Zúñiga Orozco, “la danza tiene una posible antigüedad de más de 400 años; en la jurisdicción de Silao se empezó a bailar a finales del siglo XVI y principios del XVII”.
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